Paseo por Amón Cultural: la cultura se está haciendo costumbre en el vecindario

El festival Amón Cultural se extendió este año hasta barrio Otoya y permitió que la comunidad mantenga su sueño de llenarse de arte.

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03/03/2018.Hora 1:30 p.m. Barrio Amon celebro hoy sábado con un festival cultural de obras de teatro, comidas, conciertos y donde se realizo tours por sus alrededores done se hablo dla historia de este barrio josefino. Los asistentes pudieron apreciar la construccion de algunas casas desde su interior y donde sus propietarios les contaron el origen. En la foto personas que se acercaron a conocer m,as sobre Barrio Amón CARLOS GONZALEZ/GRUPO NACION

Nota tomada de La Nación

Es difícil saberlo con certeza, pero posiblemente el café que sostiene Alexandra De Simone en sus manos puede ser el más esperado de la treintena de tazas que se sirven cada diez minutos en Cafenauta.

Desde las nueve de la mañana, Alexandra, la coordinadora general del Festival Amón Cultural, ha pasado de pie, sea atendiendo medios, acompañando a los muchachos del Tecnológico en recorridos y visitas guiadas, o bien, asegurándose que todo se esté cumpliendo de la mejor manera.

“¿No hay alguna manera de evitar estos cables aquí?” , pregunta a unos colaboradores que se encuentran fuera del Centro de Cine (espacio dedicado del festival de este año). Ella no quiere que ninguna pieza se salga de su lugar. “Curiosamente ayer estábamos calmados. Eran las ocho y ya todo estaba montado, pero fue una paz extraña, porque no dormimos nada en toda la noche a causa de la emoción”, asegura.

 

El día clave

La preocupación de Alexandra de Simone no responde únicamente a una cuestión de organización y producción del evento.

Para ella, y todo el grupo de trabajo que carga con camisetas naranjas a lo largo del barrio, es importante que la cultura funcione como un mecanismo de reactivación de Amón y, en esta oportunidad, Otoya, el barrio vecino.

Entre ambos, conforman una suerte de núcleo histórico y cultural de San José, y en esta cuarta edición del festival (organizado por la Casa Cultural de Amón, del Instituto Tecnológico de Costa Rica), celebran más de 100 actividades en cuarenta espacios en sus calles.

La idea de los coordinadores fue llenar todo el barrio de un programa variado. En una cuadra se escucha una cimarrona tocando a todo nivel, pero a tan solo dos cuadras, un grupo de baile se mueve al ritmo de electrónica.
Lo curioso es que ninguno quema la atención de los demás artistas. Incluso, algunos se animan a realizar sus propias actividades aunque no estén en el programa oficial, como un grupo de muchachos que comparten hula-hulas fuera de la cafetería donde Alexandra toma un aire.

Niños con sus padres y extranjeros son quienes más se asoman en las calles. Un hombre que dice ser estadounidense intenta comprar un cuadro, pero teme que no le alcance la obra en su mochila de viaje.
“Regreso en la noche”, le dice en inglés a la vendedora que apenas esboza un yes.

A cien metros, un grupo de policías rapea canciones alrededor de un círculo de jóvenes que graban video con sus celulares. Una de las policías que está cerca, señala el puesto de tatuajes de henna y le dice a su compañero que “quiere hacerse uno de esos en toda la manga”.

“Sí, realmente se te vería bien” le dice el hombre, “la verdad está bonito estar acá”.

Mientras se camina por Amón, es fácil escuchar discursos repetidos: “ay, yo no conocía esto”, “uy, qué lindo, solo conocía la casa por el frente y es muy linda”, “papi, qué lindo eso”.

Pareciera que la inmersión en el festival es tanta como para que los participantes se sorprendan hasta en el baño.

“Ay, mirá que cosa más linda este baño” le menciona una señora a su hija, mientras ella se sonroja.

“Mami, vámonos”, le responde en carreras.

En una tarima localizada detrás del Tecnológico de Costa Rica, se declama poesía. Un grupo de personas se agrupa detrás del escenario para conseguir autógrafos de los artistas, quienes no dejan ver su cara entre lapiceros y libros por firmar.

Lo mismo sucede con los músicos que tocan al aire libre. Usualmente, los espectadores se van alternando conforme pasa cada canción, pero es seguro que una buena porción de asistentes no los abandona durante su interpretación.
Alexandra, quien espera alguna indicación fuera del Tecnológico, acomoda algunos papeles. En el ambiente suena Redemption Song, de Bob Marley, y sin que ella lo note, un hombre se sienta en el caño que está detrás de ella. Tiene un sándwich emplasticado que muerde con todas sus fuerzas, de la misma manera en que Alexandra tomó su café.

El hombre asiente con el ritmo de la música. Alexandra también.

Una canción que tiene la palabra “redención” en su título parece funcionar muy bien para este momento, para esta intención de un grupo de personas que quiere redimir la idea que se tiene de este barrio josefino.

Vistazos al barrio

Algunos de los espacios más conocidos del barrio ofrecieron auténticas sorpresas. Sí, Silvestre ya se consolidó como un gran restaurante, pero hoy celebrara además un “turno“, y mandaron a La Original Domingueña a animar todas las calles del barrio.

En su jardín interno y el bar Cothnejo-Fishy (una referencia literaria muy acorde al barrio: es un cuento de Carmen Lyra, quien vivió aquí, por cierto), el local ofreció queso frito, ceviche y otras delicias de fiesta popular.

Al frente, doña Ivette Guier, quien ha dedicado cinco años a restaurar la casa familiar, abrió las puertas para enseñar una “casa típica de este barrio”, como explica a los visitantes. Al fondo, preparan tamales, aguadulce, pozol y otras delicias.

Por su parte, las religiosas de la Capilla Santa Margarita dan bienvenida a docenas de visitantes y les explican la historia de su espacio de adoración y sus “santitas” locales, fundadoras de las Oblatas del Divino Amor.

 

Unas calles más allá, las tarimas se animaban con danza, música y cuentacuentos. Espacios acostumbrados a recibir visitas (como Teorética) sorprendieron con murales creados en vivo o conciertos, mientras que eÑe, la tienda de diseño costarricense, ofrece pasarelas y curiosidades para miles de transeúntes.

La fiesta continuará hasta tarde en locales como la Galería Talentum (con el restaurante Tournant), Silvestre y el Centro de Cine, así como Amón Solar, con un nutrido programa de conciertos.

A las 6 p. m., la Casa Verde del TEC ofrecerá una muestra de videomapping, mientras que la Alianza Francesa mantiene su picnic urbano en la calle cerrada.

La asistencia se nota menor que el año pasado, pero se espera que la afluencia de visitantes aumente conforme se acerca el atardecer.