Casa declarada patrimonio atesora memorias del barrio Otoya

Edificio construido hace 106 años fue residencia de familia Brenes Méndez

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“Eran tiempos muy lindos. Mi hermana Eugenia y yo íbamos a jugar al zoológico Simón Bolívar dos o tres veces al día o, si no, andábamos en bicicleta, en patines y hasta nos colgábamos de los “carretones” jalados por caballos. La calle enfrente de la casa era un punto de reunión para todos los chiquitos del barrio y no había ningún peligro”.

Ana Isabel Brenes Calvo recuerda sus días de infancia y juventud en una elegante residencia de influencia arquitectónica victoriana ubicada en barrio Otoya, en San José.

“En un jardincito frente a la entrada, había unos árboles de corcho enormes. Nuestra ilusión era ir arrancando los pedazos”, rememoró Brenes, hoy de 76 años.

Los árboles ya no están, las personas, tampoco. Pero la casa que fue construida como vivienda para don Carlos Brenes Ortiz y doña Arabela Méndez Álvarez –los abuelos de Ana Isabel– presenta un estado de conservación envidiable, a pesar de sus 106 años de existencia.

Por su autenticidad, su importancia dentro del contexto urbano, los materiales y técnicas con que fue construida y su valor histórico y simbólico, la antigua residencia de la familia Brenes Méndez es la nueva integrante de la lista de edificaciones declaradas como patrimonio histórico arquitectónico de Costa Rica.

La declaratoria aparece en el Decreto Ejecutivo N.° 39671-C, publicado en el diario oficial La Gaceta , del 18 de julio del 2016.

Estilizada. Según un estudio técnico realizado por el historiador Carlos Zamora y la arquitecta Verónica Solórzano, del Centro de Patrimonio del Ministerio de Cultura, la vivienda probablemente se construyó en 1910, sobre un terreno localizado en el naciente barrio Otoya, uno de los más elegantes de la capital.

La dirección formal es avenida 9, calle 11, y las señas “a lo tico” son: de la esquina del costado noreste del INS, 150 al norte.

El diseño es del ingeniero Luis Paulino Jiménez y el sistema constructivo se conoce como bahareque francés (estructura de madera y forro de metal).

“Por sus características, época de construcción y dimensiones, es representativa de las edificaciones propiedad de las familias pertenecientes a la burguesía costarricense de principios del siglo XX”, dice el estudio.

De acuerdo con el documento, la residencia tiene influencia del estilo arquitectónico victoriano.

“Este se refleja en aquellos elementos de la edificación, tales como las columnas del primer nivel con su diseño estilizado y ornamentado en la parte superior, el diseño y la disposición de las ventanas, la presencia del antejardín y la pendiente pronunciada de sus cubiertas”.

La casa fue habitada inicialmente por don Carlos, doña Arabela y sus cuatro hijos, a saber, Dora, Ofelia, Carlos Manuel y Nereo Jorge.

También vivieron ahí otros parientes, y cuando Nereo se casó con María Luisa Calvo, vivieron ahí también, junto con sus dos hijas: Ana Isabel y Eugenia.

Ana Isabel recuerda la casa como “enorme, acogedora y muy iluminada”, pues la luz ingresaba por sus múltiples ventanas. “Vivíamos muchos, pero había espacio para todos. En el primer piso estaba el comedor, era un lugar donde todos nos reuníamos puntualmente para almorzar, cenar, conversar, oír música”. Ella fue repasando mentalmente cada uno de los aposentos: la sala, la cocina, la despensa, un dormitorio para la servidumbre y la oficina donde alguna vez estuvo el escritorio del expresidente Ricardo Jiménez Oreamuno, socio de don Carlos Brenes, quien era abogado.

En la segunda planta estaban todos los dormitorios, amplios e iluminados, y los cuartos donde cosían las tías.

Ana Isabel no olvida que ella y su hermana usaban la baranda de la escalera como “tobogán”.

Las hermanas vivieron en la casa hasta que ambas contrajeron matrimonio.

Histórica. Otro de los criterios que se tomaron en cuenta para la declaratoria fue el valor del inmueble dentro del contexto. “La residencia está inmersa en un barrio que es de los pocos que conserva gran cantidad de edificaciones de características similares”, reza el estudio.

Justo a la par de la casa, se ubica otro edificio patrimonial que actualmente alberga al Centro de Cine. Ahí vivió vivió el expresidente de la República José Figueres Ferrer. Otro de los vecinos y quizás el favorito de aquellas chiquillas es el zoológico Simón Bolívar. Actualmente la casa es propiedad de Ajo Negro S.A., sociedad de capital costarricense.

Nota tomada de La Nación